fuimos con claudia ahumada gracias a la recomendación de ignacio cabrera y fiorella barbagelata durante el #zomatoparty, tenían toda la razón chiquillos, es un lugar maravilloso, con un encanto innegable, ubicado en pleno barrio yungay. pasa prácticamente desaparecido al pasar por afuera, pero por dentro es todo lo contrario, un mundo completamente distinto; es una casona antigua, enorme, de 3 pisos, adaptada y cuidadosamente decorada, se respira arte (está lleno de cuadros, muebles y piezas de arte las cuáles están a la venta por cierto), a primera vista es encantador, lo mismo se repite con la comida. la carta es muy interesante y vale la pena probarla entera, en nuestra primera vez opté por el quinta normal, excelente elección: un salmón al horno con quinotto y verduras salteadas, destaco el quinotto, sabor equilibrado, aromático, el salmón exquisito, un plato parejo, contundente, y por cierto agradable visualmente. acompañé mi plato con una cerveza estrella damm y una copa de vino (tuve suerte, ya que el vino en copa era un carménére de martino, muy bueno). después de los exquisitos platos, y para darnos un gustito, pedimos un trozo de exquisita torta colonial junto con una infusión de manzana jengibre, perfecto terminar el almuerzo con broche de oro. obviamente después de comer nos dimos una vuelta por la enorme y hermosa casona, paseo obligado para cualquiera que lo visite. este restaurante es una verdadera joya, un descubrimiento que seguiremos visitando definitivamente, la atención, el restaurant, la comida y la experiencia en general fue perfecta, se queda dentro de nuestros favoritos. recomendadísimo!