en una atareada semana, este lugar me llamó la atención en el centro, así que lo escogí para que fuera mi visita 200.
llegamos con mi polola a una casona bien arreglada, que resalta fácilmente en calle serrano. al entrar, fuimos dirigidos a una mesa, de las típicas pequeñas de café, un poco incómoda, pero que cumplía. ordenada con individuales de papel, acompañada de los condimentos y servilletas, mostraba la funcionalidad del lugar, que de acuerdo a mi experiencia, fue lo que más destacó.
pedimos una pizza para compartir, que si bien no se acerca a las mejores que he probado, no estaba mal, de hecho la masa a la piedra era sabrosa, y los ingredientes estaban bien armonizados.
acompañé mi comida con un jugo de chirimoya, bueno pero no imperdible como otros que he probado.
para el postre, un crème brûlée generoso, sabroso y de buen color (no quemado).
todo esto a un costo no para todos los días, pero con una buena relación precio calidad para una salida ocasional.
lo malo: en la hora peak no se puede hablar... el ruido es ensordecedor. fome porque se termina transformando en un lugar de comida al paso. por último, el espacio entre mesas es casi inexistente, pareciera que los vecinos estuviesen sentados en tu mesa... mal.
ojalá mejoren esos detalles, porque encontré que hacen perder mucho la calidad de la experiencia.