hoy en día, aunque suene extraño, es difícil encontrar unlugardonde comer una auténtica comida chilena. por fortuna todavía tenemos a las delicias, que con toda su trayectoria no ha perdido el toque casero chilensis en su cocina.
comer un fin de semana acá es un agrado! unlugarclaramente familiar (algo ruidoso tal vez) acompañado siempre de un trovador entonando tanto clásicas melodías chilenas como una que otra cueca.
la comida es simplemente exquisita, siendo los imperdibles porotos con riendas, o un pastel de choclo mis preferidos, aunque no hay que dejar de probar las empanadas de pino, que para muchos son las mejores de chile (no entran en el ranking al no tener el volumen de producción necesario).
en definitiva es un restaurante que no hay que dejar de visitar, y los únicos peros son la ubicación que obliga a llegar en auto y el hecho que los salones son usados ocasionalmente como discoteque, por lo que ellugarse ha deteriorado un poco.