muy buen lugar, de barrio, para sentirse en casa, se agradece la terraza para comer tranquilo y bien atendido. la colación, perfecta y variada y muy buen precio. la mayor virtud del lugar es que puedes comer comida honesta, sin pretensiones, sin barrocas descripciones, donde la cazuela es de vacuno, no de res, donde las guatitas son las mismas de la abuela, donde todo se llama por su nombre y sabe a qué tiene que saber, a historia, a casa, a recuerdos, sin remilgos ni siutiquerías que abundan por montones en la escena gastronómica nacional.